Cuando
nos abocamos al estudio del aprendizaje debemos delimitar desde qué
corriente se lo abordará.
Si entendemos al Aprendizaje como un proceso que presenta una serie
de mutaciones prácticamente permanentes en el comportamiento, que
denota una adquisición de conocimientos o habilidades por medio de
la experiencia, y que éste puede incluir el estudio, la instrucción,
la observación y la práctica, no nos extrañe que las técnicas más
utilizadas para el estudio del proceso de aprendizaje sean las que
aportó la corriente Conductista.
Los cambios y/o metamorfosis que se advierten en el comportamiento
del educando son objetivos, y por esa razón pueden ser medidos.
Pero debemos aclarar que la definición dada sobre el aprendizaje excluye
las habilidades alcanzadas por la maduración. Entendemos maduración
como un proceso mediante el que se despliegan patrones de conducta
que están previamente determinados por la biología.
En cambio, cuando se habla de desarrollo se lo describe como el resultado
de la acción conjunta entre maduración y aprendizaje. Por ello podemos
decir que un lugar desagradable e inadecuado puede llegar a retrasar
el proceso madurativo (ya sea por malos tratos, falta de alimentación
o exclusión social, entre otros factores). Pero, por el contrario,
por mejor aspectado que esté el lugar en el que el niño se encuentre
no logrará acelerar su maduración personal. ¿Por qué? Porque previamente
a que se vislumbren ciertos modelos de aprendizaje es necesario que
el niño haya alcanzado un nivel determinado de maduración. Sobre éste
tema Jean
Piaget ha aportado grandes adelantos al campo de la Psicopedagogía.
Volviendo a la definición dada sobre Aprendizaje, ésta también deja
a un lado los reflejos. Recordemos que los reflejos son lo que más
se acerca en el ser humano al instinto animal. Son innatos, no aprendidos.
Son respuestas en las que no media el razonamiento, son simples respuestas
a un determinado estímulo que las provoca y no cambios de comportamiento
realizados por la experiencia. Y aquí llegamos otra vez al aprendizaje.
Dijimos que el aprendizaje puede ser medido mediante la observación
y cuantificación de las conductas del educando. Por ello podemos saber
cuándo un sujeto aprendió o no al comprobar si su comportamiento varió
frente a determinadas situaciones. Claro que no siempre es tan fácil,
porque a veces sí se ha aprendido algo, pero no se manifiesta por
medio del comportamiento. Esto puede ocurrir cuando el sujeto no está
lo suficientemente motivado o, simplemente, está distraído. Significa
lo dicho que hay una diferencia clara entre aprendizaje y ejecución.
Sin embargo, aunque, como hemos visto, la ejecución no siempre es
un indicador claro del aprendizaje, muchos psicólogos evalúan así
el nivel de aprendizaje de un individuo, ya sea humano o animal irracional.
Se basan en lo que estos hacen porque el comportamiento es el único
criterio que pueden medir luego de ser observado.
La habituación es el tipo más simple de aprendizaje. No olvidemos
que el hombre es un animal de costumbre, y por ello cuando nos acostumbramos
a algo mostramos que conocemos lo que es. El siguiente escalón en
el derrotero del aprendizaje es el Aprendizaje asociativo, y dentro
de éste podemos discriminar el clásico y el operante. En ambos las
respuestas son el producto de la asociación de un estímulo con una
conducta a tomar frente a él. Las respuestas aparecen "impresas" en
el animal o la persona.
Los conductistas sostienen que un organismo que responde en forma
determinada a un estímulo está mostrando una conexión automática entre
una y otra.
Y aunque en la actualidad los estudiosos del proceso de aprendizaje
están acercándose cada día más al escalón del Aprendizaje Cognitivo,
la Publicidad sigue aún utilizando la tesis conductista al momento
de encarar nuevas campañas publicitarias.
¿Qué es el Condicionamiento
Clásico?
El padre del Condicionamiento Clásico es
Iván Pavlov, psicólogo ruso que en 1904 recibió el Premio Nobel
por su estudio sobre el aparato digestivo.
El Condicionamiento Clásico, también conocido como Pavloviano, implica
un cierto modo de comportamiento reflejo; vemos con esta técnica que
el organismo aprende a manifestar respuestas reflejas ante estímulos
que antiguamente les eran neutros.
Sabemos ya en qué consistió el estudio de Pavlov. Se le hacía escuchar
a los perros el sonido de un diapasón y luego se les acercaba un plato
de carne picada. En un principio los perros no reaccionaban ante el
sonido del diapasón, pero luego, gracias a la repetición de la situación
comenzaron a asociarlo con la posterior ingesta de carne, por lo que
comenzaron a segregar saliva al escuchar el sonido que "anticipaba"
la llegada del plato de comida.
El sonido del diapasón representa el estímulo neutro al que nos referíamos
anteriormente. Originariamente no producía una respuesta. La comida
sí, por lo cual la carne picada es para los perros famosos de Pavlov
un estímulo incondicionado, porque automáticamente produce una respuesta,
también incondicionada y no aprendida.
Con el Condicionamiento Clásico el organismo incorpora una nueva asociación
entre dos hechos. Una vez aprendida esta asociación y la respuesta
apropiada a ella se puede establecer que se ha producido el condicionamiento.
Pavlov y los que lo sucedieron consideraban que el intervalo que media
entre la presentación del estímulo neutro y el incondicionado era
de importancia capital en el Condicionamiento Clásico.
Establecieron que era preferible presentar el neutro antes que el
incondicionado, porque de lo contrario puede que el educando no los
asocie. Esto es el Condicionamiento Demorado: el estímulo neutro se
presenta e inmediatamente se retira antes de la aparición del incondicionado.
El Condicionamiento Simultáneo (presentar ambos estímulos al mismo
tiempo) no es aconsejable porque puede darse que el neutro no sea
atendido por ser totalmente opacado por el incondicionado.
Otra de las cosas que se estudiaron en el Condicionamiento clásico
es el proceso de Generalización: mediante el mismo el educando asociará
distintos estímulos neutros pero similares a una misma respuesta.
En el caso de los perros sería el sonido de copas que se chocan, campanas
o el tintinear de las llaves.
Por el contrario, otro fenómeno que merece la atención de los conductistas
es el de Discriminación: establecer una clara diferencia entre estímulos
similares.
Pavlov utilizó la discriminación para producir una neurosis experimental.
Cuando los sujetos expuestos ante estímulos similares no pudieron
diferenciarlos con claridad se produjo el caos. Sintieron temor y
deseos de romper cosas. De lo cual se colige que las neurosis son
aprendidas. Cuando se pierde el control del entorno, las personas
están a merced de situaciones externas y no pueden manejar sus vidas.
El Condicionamiento Clásico entre seres humanos se vive a diario,
presentando un ambiente agradable a una persona es más probable que
reaccione positivamente a algún estímulo que nos interese proporcionarle.
Así la publicidad nunca intentará vender una gaseosa mostrándola en
un lugar lleno de muerte y destrucción. Se tratará de asociarla a
un panorama paradisíaco al que se podrá acceder bebiendo la gaseosa
que nos interese vender.
Nada más claro para ilustrar cómo puede utilizarse, y de hecho se
utiliza, el Condicionamiento Clásico en la publicidad, que transcribir
aquí un caso de la vida real, citado en El Retorno de la Magia, de
los psicólogos Michael Baigent y Richard Leigh:
"Durante los años sesenta, por ejemplo, uno de los productos más anunciados
en la televisión norteamericana fueron los cigarrillos Salem, una
de tantas marcas de pitillos mentolados tan de moda aquellos años.
Se vendían en una cajetilla que evocaba un supuesto frescor, de color
verde y blanco, diseñada con el propósito de transmitir la frescura
de la menta y la nieve. Salem adoptó una cancioncilla- mantra que
la distinguía, y cuya letra "Puedes llevarte a Salem del campo, pero...
no puedes llevarte el campo de Salem", era cantada por una meliflua
voz femenina. La palabra "pero" era pronunciada enfáticamente y la
seguía una pausa con suspense. La pausa se interrumpía con el sonido
de una campanilla, una especie de "tilín", como la nota de un diapasón.
Seguía una segunda pausa y sólo entonces se repetía el estribillo.
Sincopada por sus pausas y sus "tilines" distintivos, la cancioncilla
sonaba dos veces, junto con una filmación en la que aparecía un idílico
y bucólico escenario: un río que corría entre un paisaje selvático
y caía en forma de salto de agua, un cielo de porcelana, un bosque
frondoso y un brillante y pulido descapotable aparcado sobre una alfombra
afelpada de césped impoluto. Sobre este neoarcádico telón de fondo
jugueteaba una joven y atractiva pareja que, tras inhalar la brisa
intoxicante de entusiasmo de Salem, miraba hacia el cielo con expresión
de arrobamiento orgásmico. Entre las interpretaciones del estribillo
en cuestión, una sonora voz masculina se explayaba en las virtudes
del cigarrillo. Mientras el anuncio se desvanecía, se oía la cancioncilla
por tercera vez. Pero en esta ocasión, quedaba truncada, pues concluía
de forma abrupta con el toque de campanilla: "Puedes llevarte a Salem
del campo, pero... (ping)". Las palabras que quedaban eran omitidas.
Y durante el restod el día, la mente del espectador, tras haber sido
sometida a un condicionamiento casi pavloviano, seguía rellenando
una y otra vez las palabras que faltaban. Durante el resto del día,
el fragmento omitido del estribillo se repetía una y otra vez en la
conciencia del individuo, invadía sus pensamientos, le impedía concentrarse,
desplazaba otras músicas de mayor calidad". (Baigent, Leigh; 1999:
359, 361).
El
Aprendizaje como Proceso de Comunicación Personal
El modelo "fuente- mensaje- canal- receptor" del proceso de la comunicación
subraya la relevancia de una comprensión perfecta de la conducta humana.
Si la comunicación es destinada a influir en la conducta es necesario
saber cuáles son las variables y los procesos fundamentales que subyacen
en la conducta y en los cambios que ella experimente.
Cuando nos referimos a una comunicación en un contexto personal nos
estamos refiriendo en cierta forma al modo en que la gente aprende.
Al reconocer que el aprendizaje es un proceso podremos apartarlo y
detenernos en sus componentes y en la manera en la que estos se relacionan.
Los teóricos del aprendizaje difieren de opinión en muchos puntos
y concuerdan en otros tantos. Es que la teoría y la investigación
del aprendizaje no han alcanzado el grado de desarrollo que haga posible
la convergencia de opiniones respecto al mismo tema. Pero es interesante
adentrarse en la posición tomada por Hull, Tolman y Osgood y ver así
los puntos de contacto con el conductismo de Pavlov.
Estos estudiosos del aprendizaje han aplicado sus conocimientos al
esquema básico del proceso de la comunicación. Términos como "estímulo",
"respuesta" y "recompensa" se hacen presentes a lo largo de todo el
trabajo.
Definen respuesta con referencia al estímulo. Si tomamos a un individuo
que ha recibido un estímulo, la respuesta es todo aquello que este
hace como resultado de haber percibido el estímulo. Una respuesta
es la reacción del organismo del individuo a un estímulo, la conducta
producida por éste.
Al mismo tiempo definen aprendizaje en forma particular: el cambio
que se produce en las relaciones estables entre un estímulo percibido
por el organismo de cada individuo y la respuesta dada por el organismo.
Esto está relacionado con la comunicación en el sentido de que el
objetivo de la misma por parte de la fuente es muy frecuentemente
una modificación en la conducta del receptor. La fuente quiere que
el receptor cambie para que aprenda. Nos comunicamos con el objeto
de lograr que los receptores de nuestros mensajes respondan en formas
distintas a viejos estímulos o que contesten como solían hacerlo a
otros estímulos.
Entendamos entonces en este proceso de aprendizaje el siguiente paralelismo:
Fuente/ Emisor = Docente/ Educador/ Estimulador.
Mensaje = Estímulo.
Receptor = Alumno/ Sujeto estimulado.
Podemos ver entonces la clara similitud con los estudios de Pavlov.
El famoso perro de Pavlov al percibir el estímulo de las campanas
comenzaba a salivar porque había aprendido que eso antecedía a la
ingesta de alimentos. El receptor de una publicidad o cualquier mensaje
de comunicación social asociará nombres de marcas, situaciones ideales
vistas en la pantalla y demás parafernalia publicitaria a una sensación
específica otorgada por el consumo de un determinado producto. Es
aquí donde aparece otro término utilizado por Pavlov y por el Conductismo
en general: la Recompensa.
En el proceso de comunicación, que como hemos visto es tan homologable
al del aprendizaje, la recompensa está dada al receptor (televidente,
oyente o lector) que respondió satisfactoriamente al estímulo (la
publicidad) comprando el producto (he aquí la respuesta deseada) en
los beneficios que el uso del producto adquirido le brinda.
Prof. Lic. Flavia
Lorena Vecellio Reane
Analista en Medios de Comunicación
Asesora. Docente. Periodista
Bibliografía:
Baigent, Michael y Leigh, Richard. El Retorno de la Magia. Plaza y
Janés. Barcelona, 1999.
Berlo, David. El Proceso de la Comunicación. Ed. El Ateneo. Buenos
Aires. 1990.
Jones, Jhon P. Cuando la publicidad si funciona. Ed. Norma. Colombia.
1997.
Papalia, Diane E.; Wendkos Olds, Sally. Psicología. Ed. McGraw-Hill.
España. 1993.
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Que
es el Condicionamiento Clásico
El
Aprendizaje como Proceso de Comunicación Personal
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