Acuñador de una feliz metáfora sobre la contemporaneidad, la "modernidad
liquida", Zygmunt Bauman aparece hoy como uno de los más lúcidos pensadores
de un presente convulso. Una entrevista y el análisis de su obra nos
acercan al pensamiento de este sociólogo de origen polaco, un defensor
de la esperanza frente al optimismo.
-Usted afirma que vivimos en la modernidad liquida. ¿Por qué ?
-Durante mucho tiempo intenté captar los rasgos característicos de
esta época y ahí surgió el concepto de lo liquido. Es un concepto
positivo, negativo. Como dice la enciclopedia, lo fluido es una sustancia
que no puede mantener su forma a lo largo del tiempo. Y ése es el
rasgo de la modernidad entendida como la modernización obsesiva y
compulsiva. Una modernidad sin modernización es como un río que no
fluye. Lo que llamo la modernidad sólida, ya desaparecida, mantenía
la ilusión de que este cambio modernizador acarrearía una solución
permanente estable y definitiva de los problemas, la ausencia de cambios.
Hay que entender como el paso de un estado imperfecto a uno perfecto,
y el estado perfecto se define desde el Renacimiento como la situación
en que cualquier cambio sólo puede ser para peor. Así, la modernización
en la modernidad sólida transcurría con la finalidad de lograr un
estadio en el que fuera prescindible cualquier modernización ulterior.
Pero en la modernidad líquida seguimos modernizando, aunque todo lo
hacemos hasta nuevo aviso. Ya no existe la idea de una sociedad perfecta
en la que no sea necesario mantener una atención y reforma constantes.
-¿Qué consecuencias tiene esta inestabilidad para la sociedad y los
individuos?
-El sentimiento dominante hoy en día es que los alemanes llaman "Unsicherheit".
Uso el término alemán porque dada su enorme complejidad nos obliga
a utilizar tres palabras para traducirlo: incertidumbre, inseguridad
y vulnerabilidad. Si bien se podría traducir también como "precariedad".
Es el sentimiento de inestabilidad asociado a la desaparición de puntos
fijos en los que situar la confianza. Desaparece la confianza en uno
mismo, en los otros y en la comunidad.
-¿Cómo se concreta esta precariedad?
-En primer lugar como incertidumbre: tiene que ver con la confianza
en las instituciones, con el cálculo de los riesgos en que incurrimos
y del cumplimento de las expectativas. Pero para calcular correctamente
estos riesgos se necesita un entorno estable, y cuando el entorno
no lo es entonces se da la incertidumbre. Un joven decide estudiar
con la esperanza de que se convertirá en alguien con unas habilidades
que serán apreciadas por la sociedad. Pero todos estos esfuerzos no
dan ningún fruto, ya que la sociedad no necesita individuos con estas
habilidades. En segundo lugar como inseguridad , y tiene que ver con
el lugar social de cada cual, con las relaciones personales, las afinidades
electivas con los individuos que seleccionamos de entre la masa para
tener una relación personal. Para establecer estas relaciones son
necesarias por lo menos dos personas, pero para romperlas basta con
uno. Esto nos mantiene en un estado de inquietud, ya que no sabemos
si a la mañana siguiente nuestro compañero habrá decidido que ya no
quiere saber nada más de nosotros. El tercero es el problema de la
vulnerabilidad, de la integridad corporal, y de nuestras posesiones,
de mi barrio y de mi calle.
-Pero, ¿ no encontramos ningún elemento estable en la modernidad líquida?
-En la modernidad líquida la única entidad que tiene una expectativa
creciente de vida es el propio cuerpo. Yo mismo tengo 78 años y, sólo
durante mi estancia en el Reino Unido, he vivido en cuatro sociedades
completamente distintas y eso sin moverme del mismo lugar: eran las
cosas a mi alrededor las que cambiaban. A este fenómeno lo denomino
la crisis del largo plazo: el único largo plazo en uno mismo, el resto
es el corto plazo.
-¿Qué hemos ganado con el advenimiento de la modernidad líquida ?
- Libertad a costa de seguridad. Mientras que para Freud gran parte
de los problemas de la modernidad provenían de la renuncia a gran
parte de nuestra libertad para conseguir más seguridad, en la modernidad
líquida los individuos han renunciado a gran parte de su seguridad
para lograr más libertad.
- ¿Cómo lograr un equilibrio entre ambas?
- No creo que nunca se pueda alcanzar un equilibrio perfecto entre
ellas, pero debemos perseverar en el intento. La seguridad y la libertad
son igualmente indispensables, sin ellas la vida humana es espantosa,
pero reconciliarlas es endiabladamente difícil. El problema es que
son al mismo tiempo incompatibles y mutuamente independientes. No
se puede ser realmente libre a no ser que se tenga seguridad y la
verdadera seguridad implica a su vez la libertad. Ya lo dijo Franklin
Delano Roosevelt: hay que liberar a la gente del miedo. Con miedo
no se puede ser libre, y el miedo es el resultado de la inseguridad.
La seguridad nos hará libres.
- En los últimos años se ha concentrado en el concepto de comunidad.
¿En qué medida la seguridad va asociada a la idea de una comunidad
cerrada?
- Es necesario dejar claro que no puede haber comunidades cerradas.
Una comunidad cerrada sería insoportable. Nuestras comunidades actuales
no son cerradas, sólo se mantienen porque sus miembros se dedican
a ellas, tan pronto como desaparezca el entusiasmo de sus miembros
por mantener la comunidad ésta desaparece con ellos. Son artificiales,
líquidas, frágiles. No se puede cerrar las fronteras a los inmigrantes,
al comercio, a la información, al capital. Hace pocas semanas miles
de personas en Inglaterra se encontraron de repente desempleadas,
ya que el servicio de información telefónica se traslado a la India,
en donde hablan inglés y cobran una quinta parte del salario. No es
posible cerrar fronteras.
- Entonces ¿para qué sirve el concepto de comunidad?
- Los científicos necesitan el concepto de experimento ideal. Efectivamente
un experimento así, en el que todo esta controlado no es posible,
pero la idea nos sirve de criterio para valorar los experimentos existentes.
Necesitamos la solidaridad que implica, el hecho de estar juntos,
ayudarnos y cuidarnos mutuamente. Si no existiera la idea de comunidad
no consideraríamos que la falta de solidaridad es un error.
- ¿La solidaridad puede tener un sentido positivo tanto como uno negativo?
- Si, eso es lo que sucede con la tendencia de las comunidades a cerrarse.
La solidaridad se crea mediante una frontera: un interior donde estamos
nosotros y un exterior donde están ellos. En el interior del paraíso
de la seguridad y la felicidad, en el exterior el caos y la jungla.
Eso es la comunidad cerrada. La palabra no tendría sentido si no implicara
la oposición. Y por eso es muy bueno que no podamos construir la comunidad
cerrada. Pero también es bueno que tengamos esta idea, ya que podemos
discutir el tamaño que debería tener la comunidad. ¿Debería ser tan
grande como la de Kant, la "unión universal de toda la humanidad ¿
O sólo la comunidad de un país Pero ninguna comunidad cerrada incluye
a todos, ya que alcanza su totalidad en tanto que se aísla del exterior,
del resto. Es bueno tener la idea de una comunidad que nos incluya
a todos, e incluso diría que esta en el orden del día. Debemos acercarnos
a la comunidad de toda la humanidad o acabaremos matándonos unos a
otros.
- Pero ¿no apunta el mundo actual hacia lo contrario, hacia el unilateralismo
de EE.UU.?
- Tenemos este imperio mundial de asalto de los EE.UU. que no trabaja
para conseguir una comunidad de toda la humanidad, si no por el contrario
alimenta el terrorismo y el antagonismo y hace las cosas aún más difíciles.
Yo no soy optimista pero tengo esperanza. Hay una diferencia entre
optimismo y esperanza. Tengo esperanza en la razón y la conciencia
humanas, en la decencia. La humanidad ha estado muchas veces en crisis.
Y siempre hemos resuelto los problemas. Estoy bastante seguro de que
se resolverá, antes o después. La única verdadera preocupación es
cuántas víctimas caerán antes. No hay razones sólidas para ser optimista.
Pero Dios nos libre de perder la esperanza.
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