El cambio de milenio nos presenta una serie de cambios vertiginosos. Desde la caída de las Torres
Gemelas, todo mutó en el planeta... Cambios políticos, sociales y económicos, que se viven en un
tiempo acelerado de modo tal como jamás hubiera sido experimentado a comienzos del siglo XX.
La aceleración en los tiempos viene acompañada de sobreinformación, que nos llega a través de los
medios de comunicación, que nos informan de varios acontecimientos intrascendentes pero
"ruidosos", a la par que nos saturan de malas noticias: muertes, catástrofes naturales, más bombardeos en
Medio Oriente, hambre, energías no renovables, como el agua, en peligro de comenzar a escasear,
rebrotes de xenofobia, narcotráfico, guerrilla, caída de las bolsas, falta de trabajo que conlleva una
competencia laboral lindante en el salvajismo, y exigencias del mercado para no "quedar afuera".
Muchos, frente a un panorama como el que acabamos de reconocer como propio y actual, se dan por
vencidos y deciden vivir como pueden, sin correr y sin desesperarse.
Otros tenemos la suerte de poder hacerle frente. A duras penas conservamos el equilibrio, pero lo
logramos; ya sea por voluntad propia y ayuda de Dios, o porque tenemos un entorno familiar y de
amigos que nos comprende, nos apoya, y nos provee de energía para seguir en el camino.
Pero, lamentablemente, hay personas que sucumben en el intento.
Tal vez por diferencias de personalidad, por soledad mal llevada o desinterés del entorno, mucha
gente en estos tiempos de cambios acelerados caen en profundos estados depresivos, se les acentúan
antiguas fobias o padecen fuertes ataques de pánico.
¿A qué nos referimos cuando hablamos de ataques de pánico?
Parecería ser algo muy lejano a cualquiera de nosotros, y, sin embargo, todos podemos padecerlos.
Con esto no quiero, precisamente, provocar "pánico frente a los ataques de pánico", pero creo que
es conveniente, una vez más, referirse a ellos para que nos familiaricemos con el tema para, de
este modo, poder ponerles coto si comenzamos a sentir algo parecido, o bien ayudar a alguien que los
sufra.
Los ataques de pánico sueles padecerlos personas que tienen un muy alto nivel de exigencia
personal: gente que quiere rendir un 100 por ciento en el trabajo, en la familia, en los estudios y en lo
social.
Es muy frecuente que el primer ataque de pánico se haga presente ante un pequeño fracaso. Él se
convierte en una experiencia que se vive como una enorme conciencia de la nada existencial, de lo
falible y de la muerte. En esos momentos las personas se sienten en total indefensión, y no pueden
pensar en otra cosa que no sea en el terror que las atormenta. Por esta razón, no razonan ante
argumentos lógicos que intentan ayudarlas.
En casos así, gente que ha logrado superar esos estados aconsejan que le den a la víctima del
pánico lo que la víctima pida, aunque nos parezca que lo que nos pide no puede ayudarlas en nada, y
creamos que un vaso de agua podría ser más útil.
Otra de las conductas que suelen adoptar los fóbicos agudos es, por ejemplo, si van al cine o al
teatro, comprar la ubicación más cercana a la salida. Así, si se sienten nuevamente amenazados,
podrán huir prontamente del "peligro".
Sin embargo, es todo un avance que se animen a frecuentar lugares públicos y muy concurridos.
Decimos esto porque en casos muy graves se niegan a salir de sus casas y, en casos más agudos aún, no
se sienten ni siquiera capacitados para abandonar sus propia habitación y su cama.
En casos tan extremos como estos se ve trastocada toda la vida familiar. Por eso se hace sumamente
necesaria la asistencia de especialistas, como psiquiatras y psicólogos. Estos últimos, pueden
ayudar mucho también a los familiares de la persona con fobias agudas.
Otra solución alternativa son los grupos de autoayuda. En ellos, los fóbicos que han logrado
superar o bien mejorar de sus males prestan su ayuda y comprensión, mediante el testimonio de sus
experiencias, a quienes todavía padecen uno de los más crecientes males de estos tiempos: los ataques
de pánico.
Nosotros tal vez hoy sea la primera vez que leemos algo sobre este tema, o quizá ya sabíamos algo
al respecto pero, la vorágine en la que estamos inmersos no nos dio tiempo para reflexionar sobre
esto.
Por eso creo conveniente "parar la pelota", dejar un momento de chatear, mandar SMS, subir fotos a
Internet, y mirar TV mientras escuchamos música por el Mp3... Para comenzar a conocer un poco más
este tema, y pensar qué actitud conviene tomar frente a alguien que padece de ataques de pánico.
Porque, muy cerca, (tal vez en el mismo ciber en el que estás leyendo esto), podemos tener a
alguien que nos envía pequeñas señales que piden socorro... O quizá sea nuestro propio cuerpo quien
trata de comunicarse con nosotros, y no nos tomamos el tiempo para atenderlo.
De cualquier modo, empecemos a escuchar.
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