|
Extranjero que pasas!
No sabes tú el deseo ardiente con que te miro,
seguramente debes ser el que yo buscaba,
o la que buscaba
(paréceme recordarlo como a través de un sueño),
seguramente hemos vivido una vida gozosa,
no sé dónde,
todo esto revive en el mismo instante en que rápidamente cruzamos,
fluidos, afectuosos, castos, maduros,
hemos crecido juntos,
eras un varón o una niña,
he comido y he dormido contigo,
tu cuerpo ha dejado de ser únicamente tuyo,
no he permitido a mi cuerpo ser únicamente mío;
y me das el placer de tus ojos,
de tu rostro, de tu carne,
en el momento de cruzarnos,
y tomas en cambio el de mi barba,
de mi pecho y de mis manos,
no te diré una palabra,
mas pensaré en ti cuando me halle solo o cuando despierte de noche,
esperaré, no dudando que nos encontraremos otra vez,
y entonces,
trataré de no perderte.
(Este texto está incluído en el libro Hojas de
Hierba)
|