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Con este trabajo se ha pretendido demostrar la importancia de
la formación profesional de los periodistas. El periodismo tiene,
lo reconozca o no, una misión educadora de la sociedad y en este
hecho se basa su gran responsabilidad social. El conocimiento de
los peligros de la mala praxis en el ejercicio de la comunicación
social, nos hablan a las claras de la influencia poderosa que los
medios ejercen y que debe ser revisada a conciencia para preservar
la salud de la sociedad. En este sentido, Walter Lippman ya decía
en el siglo pasado que: "la salud de la sociedad depende de la calidad
de información que recibe".
También se llamó a un reencuentro entre los medios y las instituciones
educativas en dónde, conscientes de su mutua influencia, unos y
otros se replanteen objetivos comunes. Las instituciones educativas
deben hacerlo mediante la enseñanza para la correcta utilización
de los medios; y los medios reconociendo su rol educador y asumiendo
la responsabilidad consecuente.
En definitiva, propulsamos un Periodismo ciudadano más comprometido
con los intereses de la sociedad, menos autoritario: entendido autoritarismo
como la acción de imposición de temas de la agenda que poca relación
tienen con las necesidades reales de la sociedad y en la que se
desenvuelven más bien intereses económicos y/o empresariales. Por
lo tanto, propulsamos un periodismo más democrático y ético. Esto
último visto desde una doble perspectiva: ciudadanos bien informados
de quienes los informan y de quienes los gobiernan.
Los medios: la educación más poderosa
Los medios de comunicación cumplen, como es bien sabido, tres funciones
dentro de la sociedad: educar, informar y entretener. En la actualidad,
la educación está ampliamente subordinada a los medios masivos.
Diversos estudios señalan que los niños pasan la mayor parte de
su tiempo de ocio frente al televisor, dedicando más horas aún a
esta actividad que a la propia escuela, lo cual tiene una influencia
importante sobre su lenguaje y comportamiento (2).
La función preponderante, a la que más espacio y presupuesto destinan
en estos tiempos los medios, es al entretenimiento, lo cuál complica
aún más el escenario.
Respecto a la relación entre entretenimiento por doquier y su influencia
en la educación reglada, el teórico español Alberto Moncada señala
que "La ideología que promociona la TV a través del dominio del
entretenimiento está condicionando la pedagogía actual, que trata
de borrar todo vestigio de esfuerzo, trabajo y dedicación necesarios
en todo proceso de aprendizaje (3)."
Es decir que la escuela continúa el modelo impuesto por los medios
y entretener antes que educar pasa a formar parte de las fórmulas
aplicadas en las aulas.
Asimismo, los medios entendidos como empresas y la información como
mercancía poco pueden contribuir a la educación, pues "producen"
mensajes homogéneos, fabricados en serie según una lógica smithsiana:
más en menos tiempo.En este escenario la calidad y la diversidad
cultural mueren. Y así, la educación y la cultura no son valores
promovidos por los medios, naufragando en un mundo cada vez menos
democrático, más consumista y cada día más monopolizado culturalmente.
Poco queda del verdadero significado del concepto informar, entendido
como formar a la sociedad, es decir, educarla. Aunque tradicionalmente
el periodismo siempre ha tenido la función social de educar a la
población, existen algunas voces que lo niegan. Nos preocupa la
postura de ciertos dueños de medios como por ejemplo la del actual
director del Chicago Tribune que se define no como el redactor jefe
de un periódico sino el patrón de una "empresa de contenidos" (4).
Creemos que no hay que dejar que las exigencias tecnológicas, económicas
y los intereses políticos "se coman" a los medios. Debe subrayarse
que antes que nada son canales de difusión de información PARA la
sociedad, y por lo tanto por el servicio público que ejercen tienen
sus responsabilidades, independientemente de que se trate de medios
públicos o privados, por el hecho mismo de su enorme alcance e influencia
que les confiere obligaciones. Ejercen así un derecho consagrado
en la constitución, el de la libre expresión pero tienen la responsabilidad
que deriva de que este derecho termina dónde comienza el de la sociedad
a ser informada. Bregamos por esta justicia.
Comunicación y Educación son dos claves que definen la complejidad
cultural que identifica al tiempo actual. La educación necesita
de la comunicación social para analizar críticamente el alcance
que tienen los medios y a su vez para aprovechar su potencial educativo,
mientras que la comunicación social, los medios, necesita reencontrarse
con la educación, con su dimensión educativa, para volver a asumir
su función social de servicio. Si bien no se puede exigir el mismo
compromiso a entes públicos y privados, a estos últimos deben cumplir
con las exigencias que su actividad implica, así como al sector
alimenticio se les exige el cumplimiento de normas de higiene y
sanitarias inherentes a su actuación, de forma análoga el cumplimiento
de una labor mediática debe implicar la imposición de obligaciones
encaminadas a garantizar la calidad del producto en este caso "información
veraz, contrastada y de plurivoces".
El status profesional del comunicador
Podríamos preguntarnos cuándo comenzó a definirse la función social
del periodista. La necesidad de convertir el periodismo en una profesión
comenzó a plantearse en Europa y Estados Unidos cerca de 1920 y
a lo largo del período de entre guerras. La profesionalización del
periodismo pasaba por la transformación conjunta y equilibrada de
tres ejes: formación de los periodistas, mejores condiciones laborales
y niveles más elevados de ética y deontología profesional, con el
consiguiente prestigio añadido del que hasta el momento carecía.
A comienzos del siglo XX, uno de los más grandes popes del periodismo
americano, Walter Lippmann, señalaba que cualquier cantidad de dinero
o esfuerzo que se emplease en preparar a los hombres adecuados para
informar podría considerarse en absoluto desperdiciada, puesto que,
la salud de la sociedad depende de la calidad de la información
que recibe (5), es decir,
ya se reconocía que la calidad de la información y no sólo la cantidad,
dimensión en el que hoy se hace foco, es decisiva para una vida
en sociedad.
Ya en pleno siglo XXI, si tenemos en cuenta que difunden valores
y formas de ver la vida, es decir, que tienen un protagonismo cada
vez mayor en las esferas social y cultural, se hace necesario redefinir
la labor periodística y el papel de los medios. Resulta imprescindible
recalcar que su uso no siempre es el debido y que poco se habla
de sus responsabilidades frente a su enorme poder.
El informar es un deber y la calidad una exigencia ética
La libertad de expresión y el derecho a la información son dos de
los fundamentos básicos de una sociedad democrática, garantizados
en las constituciones de los países que adoptan esta forma de gobierno.
Sin embargo, cuando hablamos de estos derechos se debe tener en
cuenta un aspecto muy importante y que resignifica el contenido
de este derecho: que no se trata sólo de la posibilidad de que cualquier
persona tenga acceso a expresar libremente sus opiniones ante un
medio de comunicación, sino que además, y especialmente, guarda
relación con el CONTENIDO de los mensajes informativos. En éste
último caso se debe tratar de una información que cumpla con ciertos
requisitos: relevante, veraz, contrastada e imparcial, que muestre
respeto por el público que la recibirá dándole más y mejores elementos
de juicio para la comprensión de la realidad.
Pero además no hay que olvidar que el fundamento de la calidad de
la información se basa en respetar los derechos humanos prevalentes
como son el derecho a la vida, el derecho al honor y el derecho
a la intimidad. Por eso, queremos recalcar que el ejercicio del
derecho a la información es y debe ser siempre el resultado de un
juicio prudencial de conciencias.
Podríamos decir que una mala praxis en el ejercicio de la profesión
periodística está en relación con la falta de cumplimiento de las
funciones sociales de los medios de comunicación anteriormente mencionadas.
Es decir, cuando no educan nos hacen más ignorantes y cuando no
informan, desinforman, y por lo tanto, nos hacen vulnerables y menos
libres ante la realidad. Puesto que no puede haber democracia sin
libertad, cabe preguntarse que democracia es posible sin información
de calidad.
Las consecuencias de esta mala praxis en el ejercicio profesional
no son tan evidentes como la que tendría el error de un médico que
por ejemplo administra mal un medicamento, pero sin embargo, su
peligrosidad no es precisamente menor porque atenta contra la inteligencia,
contra la convivencia política, la cultura de los pueblos y hasta
la seguridad de una Nación.
La autoridad del periodista: una cuestión de poder y excelencia
El poder de comunicar exige que el periodista en el ejercicio de
su autoridad tenga en cuenta la excelencia. Nuestra "autoridad"
como especialistas de la información nos viene de un acuerdo implícito
con la sociedad que espera de nosotros excelencia y que nos delega
el poder de buscadores, descubridores y comunicadores de verdad.
El merecimiento de nuestra autoridad también está siendo muy cuestionado
por la sociedad por varios motivos: la falta de profesionalidad
de algunos periodistas que lleva a caer en el descrédito de la prensa,
los intereses subyacentes económicos o políticos, ajenos al bien
social, el afán comercial, etc.
El periodista debe replantear su contacto con la gente, acercarse
de tal modo que sean los propios ciudadanos los que propongan los
temas de la agenda.
Un receptor que hace saber de sus necesidades y opina con libertad
y mayor frecuencia, y por canales más directos, recuperará la fe
en sus medios de comunicación, cambiará la retroalimentación de
la comunicación masiva y afectará la forma de informar. En la Era
Digital esto parece estar más cerca y exige al periodista que quiera
mantener su autoridad, que no sólo proporcione datos sino que dé
sentido a lo que cuenta y se implique activamente en las problemáticas
que afectan e interesan a la sociedad.
Los ciudadanos en ejercicio de su derecho a la información deberían
estar informados de quienes los informan, saber quién dice lo que
dice, es tan importante como la pluralidad de opiniones y el periodismo
ejercido en forma democrática debería contemplar también este aspecto.
La precariedad laboral de los periodistas
Figuras laborales como: colaboradores, becarios, pasantes son como
paradigmas de la situación laboral precaria de los periodistas en
la actualidad. Esta situación los coloca en una posición de indefensión,
poco propicia para ejercer el periodismo con responsabilidad del
que hablamos.
El otro escollo que deben sortear los que recién comienzan, los
flamantes licenciados (hay que considerar que periodismo, comunicación
social son carreras relativamente nuevas en el ámbito universitario)
son los periodistas que formados en los medios y con años de experiencia
no los reciben justamente con los brazos abiertos. Muchos de ellos,
temerosos de ser reemplazados por dos o tres pasantes que realizarán
su misma labor ad honores o muy mal pagados. Esta realidad encubre
un fraude laboral y una terrible injusticia, que sólo algunos denuncian
pero que la mayoría calla y acepta y que termina beneficiando únicamente
a los empresarios de los medios.
Es una realidad que el acceso al primer empleo periodístico suele
ser muy duro y muchos se ven obligados a abandonar la carrera y
dedicarse a otra cosa para sobrevivir.
La única manera de mejorar las condiciones laborales no puede depender
de la entrega de cada profesional aislado, sólo puede ser el resultado
de acciones colectivas. Por lo tanto, quien quiera que haga periodismo
deberá estar organizado, deberá tener una matrícula profesional.
Por todo esto proponemos la creación del Colegio Nacional de Periodistas
Argentinos que tendrá el objetivo de otorgar las licencias a los
profesionales de la información de todas las áreas y de encargarse
de la formación y reciclaje permanente de los mismos. No creemos
que deba ser el Estado el ente que regule al colegio sino los propios
periodistas para que entre otras cosas puedan contrarrestar el poder
de los medios, sus empleadores, que en algunos casos y con decisiones
más bien de interés comercial, lesionan su credibilidad.
Un análisis crítico para ciudadanos poderosos
Los medios tienen, como se desprende de lo ya expresado, una enorme
responsabilidad ante la sociedad en la que actúan con respecto al
tratamiento de la información. Ahora bien, la cautela debe ser aún
mayor, si cabe, cuando se trata de temas políticos. Podemos observar
que en la actualidad la participación cotidiana de los ciudadanos
en la actividad política ha sido sustituida por la audiencia de
los debates políticos por televisión. Hoy en día, el político se
dirige directamente a los ciudadanos a través de la mediación periodística
(6). Los conquista o los decepciona
a través de los medios a través de una enorme campaña de marketing
político. En la era de la imagen los políticos también son imagen.
De esta manera, la opinión pública es el verdadero campo de batalla
del accionar político porque es allí dónde se comienzan a ganar
o a perder adeptos. "Esto ha contribuido a que la función social
de los periodistas se haya revalorizado. Los periodistas se convierten
en configuradores de la conciencia colectiva (7)".
Pero una vez más la responsabilidad que esta acción acarrea debe
ser revisada.
La información política que maneja la televisión, por ejemplo, comienza
a enfatizar las controversias en vez de profundizar en el contenido
del debate. Todo esto lleva a que el componente racional quede nulo
en la recepción y la comprensión cabal del hecho político. En comparación
con la prensa escrita, en la televisión esto se agrava por la construcción
misma del mensaje dentro de los cánones del medio: la atracción
visual, la espectacularidad, y la definición de una historia con
personajes "buenos" y personajes "malos" (8).Y
entonces nos preguntamos: es posible tomar decisiones sin razonar?,
es posible elegir a quienes nos gobernará por lo que nos dice en
televisión?
Por todo esto creemos que es necesario evaluar- mediante un exhaustivo
análisis de contenido- la forma en la que cada medio trata este
tema cómo también valernos de los mismos para investigar con detenimiento
qué dicen, quiénes son y cuál es la trayectoria y el patrimonio
de los que tienen un cargo en la función pública o los que aspiran
a tenerlo. Los ciudadanos deberían tener asegurado el acceso a esta
información.
El juego de los espejos: el público y los medios
Lacan el creador de la teoría de los espejos postulaba que el niño
formaba su identidad a través de la identificación con sus padres,
en un intento de extensión de este postulado al análisis de la influencia
de los medios podríamos decir que esta relación existente entre
medios y público podríamos identificarla como "un sistema de retroalimentación
de espejos "distorsionantes" que combinan prácticas individuales
y colectivas y en la que los medios de comunicación son, al mismo
tiempo, expresión pero también reflejo de la cultura (9).
"Durante mucho tiempo, la investigación en sociología de la comunicación
de masas se ha sustentado en la idea de que los medios de comunicación
son estructuralmente conservadores. Una nueva perspectiva señala
que también pueden producir procesos sociales de cambio y transformación.
Las personas responden de diferente manera ante los medios porque
cuentan con un cierto stock de conocimiento social y con algunos
esquemas de referencia que los predisponen a reaccionar ante ciertos
textos mediáticos y no tanto ante otros. Estas predisposiciones
se canalizan y se expresan emocionalmente cuando un determinado
acontecimiento mediático gatilla sobre ellas (10)".
Esto debería tenerse en cuenta por los periodistas o los medios
a la hora de informar.
Los medios, hoy más que nunca, deben conocer qué efectos tendrá
en la población la difusión y el tratamiento de un determinado mensaje.
No convertir las desgracias humanas en espectáculo es deber de un
comunicador. Por ello frente a los acontecimientos internacionales
que hoy preocupan a toda la humanidad, es preciso que los medios
ejerciten la sensibilidad social, y no busquen generar pánico en
el público muchas veces movidos únicamente por fines poco nobles
como la espectacularidad y sensacionalismo: en esto también consiste
su responsabilidad frente a la sociedad a la que informan.
Lic.
Mariela Beltramo Guzmán.
Prof. Lic.
Marcela A. Vázquez Díaz.
1- Ponencia presentada en el III Encuentro
Latinoamericano "Comunicar las Instituciones: Los Medios" organizado
por las Fundaciones Konrad Adenauer y Walter Benjamín, celebrado
los días 26,27 y 28 de octubre de 2001 en el Paseo la Plaza de Buenos
Aires, Argentina.
2 Para darles un simple ejemplo, la cadena
americana Channel One regala desde 1990, una antena parabólica,
un aparato de tv y dos videos a cada escuela con la condición de
que dediquen doce minutos diarios a las noticias que envía por satélite.
Es decir hace negocios con la educación, le impone tiempos y contenidos.
3 Moncada, A. "Manipulación mediática: Educar,
informar o entretener", Madrid 2000. Ediciones Libertarias.
4 "I am not the editor of a newspaper. Y
am the manager of a content company", Ken Auletta. American Journalism
Review (http://ajr.newslink.org/special/guide.html)
5 Lippmann, W. (1995): Liberty and the news.
News Brunswick: Transaction, (1ª edición), 1920.
6 "Lenguaje del político, lenguaje del informador".
Luis Nuñez Ladevéze, Catedrático de Periodismo de la Universidad
Complutense de Madrid, 2000.
7 Idem 6
8 Idem 6 y 7
9 Castells, Manuel. La era de la información.
Vol I. Alianza Editorial, 1996
10 "Recepción y sentido común. Estructura
de los acontecimientos mediáticos conmocionantes y pautas de recepción".
Luciano H. Elizalde (Dr. En Ciencias de la información Universidad
Austral, Argentina). Revista de la Universidad Autónoma de Barcelona,
1999.
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