El discurso es, como sabemos, un conjunto de contenidos expresados
con un orden lógico para enseñar o persuadir.
Para lograr su objetivo el emisor deberá primeramente conocer al público
al que quiere afectar con su discurso.
Conociéndolo, teniendo una prefiguración de sus oyentes, el orador
aplicará los signos y códigos que sean bien recibidos y socialmente
aceptados por el público al que se dirige.
Una vez hecha esa elección de signos, estos serán ordenados de manera
tal que el discurso presente una coherencia estructural.
La búsqueda de la coherencia se origina por la necesidad de minimizar
las posibles malas interpretaciones, o "decodificaciones aberrantes",
como diría Umberto Eco, del mensaje que se quiere transmitir.
La TV también organiza su discurso de tal modo que éste sea bien recibido
por su público (prefigurado). Por lo tanto utilizará signos que representen
valores admitidos por ese mismo público, para no causar rechazo y
lograr que los nuevos contenidos sean percibidos de la manera que
la emisora lo desea.
La elección de uno u otro código, el orden en que esos signos serán
presentados (la estructura), el mayor o menos tiempo de exposición
que cada uno de esos signos tenga nos permite ver cómo la TV manipula
la información. Pero para ello habrá que someter al discurso a procedimientos
de análisis.
¿Para qué analizar el discurso?
Si el discurso es realizado por un emisor para afectar a un determinado
público y si para ello el orador elegirá los signos y códigos que
ese público reconoce como propios, el analizar el discurso no sólo
nos permitirá descubrir lo que el emisor dice, sino también cuáles
son las características de los oyentes que lo recibirán.
Es decir, el discurso es el resultado de la interacción entre emisor
y receptor; por lo tanto, conocer el discurso es conocer a quienes
participan en dicho proceso de comunicación; porque tanto el orador
como el oyente dejan sus marcas en él.
El Discurso Televisivo
En TV se nos muestra un mensaje que nos llega de manera simultánea
a través de diversos canales. ¿Por qué? Porque el discurso televisivo
hace uso de la imagen, el sonido y de todas las variantes que ambos
presentan.
Al mirar un programa de TV percibimos no sólo la figura del actor,
sino también sus gestos, sus palabras, sus silencios y sus tonos de
voz. A ello se suman los códigos sociales y estéticos propios del
lugar desde el que ese programa es emitido.
Es decir, la TV no tiene un código que sea específicamente televisivo,
por ello utiliza "lenguajes múltiples" y "códigos preexistentes",
parafraseando a González Requena, y que además son combinados de muy
diversas maneras.
Un código es, en televisión, integrado a otro. Por ello, al analizar
el discurso televisivo no debemos pasar por alto la interacción constante
de los signos que lo componen. Habrá que realizar una tarea que cuide
de no descomponer esa relación semiótica.
El discurso televisivo es una estructura que se subdivide en pequeñas
estructuras que hacen al total de la programación.
Cada programa (sea de entretenimientos, periodístico, teatral, musical,
etc.) es una estructura que se sigue de otra. Así van concatenándose
programa tras programa hasta conformar el macro discurso de la TV:
la programación. Pero, a su vez, cada programa también se subdividirá
en pequeñas partes. Así vemos que un noticiero consta de primer, segundo
y tercer bloque, y, entre cada uno de ellos se ubicarán las publicidades
y promociones.
Entonces, entre programa y programa se encuentran los separadores
o cortinas musicales que encabezan a cada uno de ellos; y entre bloque
y bloque están los cortes comerciales.
Tanto los separadores como los espacios publicitarios oficiarían como
nexos que unifican cada estructura menor en la gran estructura que
es la programación. Y la programación será el discurso televisivo
que se analizará. Dentro de ella, los programas serán emitidos en
los horarios más adecuados para cada tema tratado. Lo usual, es que
un programa para la mujer (como "Utilísima", por ejemplo) sea transmitido
o bien a media mañana o a media tarde, porque se supone que en ese
momento es en el que las amas de casa pueden mirar la TV.
Lo mismo ocurrirá con los programas infantiles, deportivos o periodísticos.
Ellos serán ubicados en el mejor horario para cada tipo de público.
El análisis del Discurso Televisivo
Una propuesta de análisis es, para simplificar un tanto la tarea,
tomar como unidad de análisis la franja horaria que va de las 20 a
las 23 para estudiarla en el lapso de un mes.
Elegimos esta porción horaria porque es la más consumida por el público,
ya que en ese momento es cuando la familia se reúne para la cena,
luego de una jornada de trabajo, frente al televisor.
Por ser el espacio más consumido, la televisora en los cortes publicitarios
pone en pantalla promociones que anuncian programas que serán emitidos
en otro momento dentro de la programación del canal.
Esto lo hace con el objetivo de mantener ese mismo nivel de audiencia
para el resto de sus productos. A esta unidad la subdividiremos en
tantas partes como número de elementos la compongan (programas, publicidades
y promociones).
Sobre esas subunidades aplicaremos el método de análisis conocido
con el nombre de su autor: método Eliseo Verón.
Tomaremos como hábeas los programas que son emitidos en esa franja
horaria y los programas que nos son ofrecidos en las promociones.
Una vez hecho esto utilizaremos la Combinatoria: pondremos en el lugar
del programa emitido el programa promocionado, y en el lugar del promocionado
al programa emitido.
De esta manera, alterando la estructura de la programación, sabremos
qué temas el canal prioriza sobre otros, conociendo así el perfil
de la emisora y el de los televidentes que la consumen.
Por ejemplo: si tomamos la franja horaria del día jueves en canal
9 (ver programación de 1996), puede ocurrir lo siguiente.
En ese lapso la televisora, allá por el año 1996, transmitía su noticiero
(Nuevediario), una novela (Por siempre Mujercitas) y un programa de
opinión (Hora Clave). Supongamos que los espacios publicitarios se
promocionen un programa de espectáculos (Indiscreciones), un programa
femenino (Utilísima) y un programa de entretenimientos (Clink Caja).
De ello podemos deducir que, dado que en el horario más consumido
se transmiten dos programas de información (Nuevediario y Hora Clave),
el canal prioriza los temas de actualidad sobre los de entretenimientos.
Se obtendrá así, no sólo una conclusión sobre la coherencia estructural,
sino también un resultado cuantitativo de temas tratados, y cualitativos
porque llegaremos a conocer a cuáles de esos temas se les da mayor
importancia según el horario en el que se los ubica.
Reiteramos que esto es sólo un ejemplo.
Luego de obtenido ese resultado pasaremos a otra fase de análisis.
Si la TV tiene "lenguajes múltiples" y "multitud de códigos preexistentes",
tomaremos esos códigos como categorías de análisis sobre las que aplicaremos
las funciones del signo.
Cuando hablamos de "códigos" nos referimos a los códigos lógicos (y
a todos los que esa denominación encierra), como a los estéticos y
a los sociales
[2].
Como resultaría sumamente engorroso aplicar las funciones a la totalidad
de códigos utilizados en cada segmento de nuestra unidad de análisis,
para simplificar un tanto la tarea, procederemos de la siguiente forma.
Observaremos el segmento elegido y determinaremos cuáles códigos son
los más utilizados en él.
Luego aplicaremos las funciones del signo, y así sabremos de qué nos
habla la emisora, y cómo lo hace.
De los resultados recabados obtendremos la información de cuáles son
los temas que más veces la emisora toca, y así, de manera cuantitativa
y cualitativa, nuevamente nos aproximaremos a conocer los intereses
de la emisora y los de su público.
Tomando nuestro ejemplo anterior, podemos determinar que, en "Por
siempre Mujercitas" los códigos más utilizados son, además de la palabra,
los códigos gestuales (kinésico, prosódico y proxémico). Decimos esto
porque allí los actores justamente teatralizan sus libretos, se expresan
con su cuerpo y sus silencios.
Además, como sabemos, las telenovelas hacen uso de los estereotipos
para que su decodificación sea fácil acceso para un público que busca
distracción (y así, viendo cuáles son los estereotipos conocidos pro
el público al que se pretende entretener, conoceremos algunas de las
particularidades de los televidentes).
Por ello, podemos aplicar las funciones del signo tanto a lo dicho
y hecho por los actores, como a los decorados, ropas y aspectos personales
de cada personaje y situación narrada.
Otra propuesta de análisis es la de tomar un género específico de
programas (por ejemplo, un informativo) de un canal y someterlo a
un estudio comparativo con otro programa de igual género, pero de
otra emisora.
Viendo qué temas trata, qué fuentes proveen la información, a qué
ámbitos afecta esa información, cómo son presentados los temas emitidos
y qué espacio temporal es el que les brinda el programa analizado
podremos ver el perfil o tendencia política y social del canal que
transmite ese informativo.
Al confrontar los resultados obtenidos con los que obtendremos luego
de realizar la misma tarea con un noticiero (o con un programa que
sea del mismo género del que hemos elegido para nuestro estudio) de
otro canal, quedará más claramente delineado, por contraste, el perfil
de la emisora y el del público que la consume.
Para finalizar, proponemos comparar los datos obtenidos luego de realizadas
ambas tareas. De esta manera, si los resultados se asemejan, se comprobará
la veracidad de las conclusiones alcanzadas.
Prof. Lic. Flavia
Vecellio Reane.
Analista en Medios de Comunicación.
Consultora. Periodista.
Bibliografía:
González Requena, Jesús. El discurso Televisivo: Espectáculo de la
postmodernidad. Cátedra. Madrid, 1995.
Guiraud, Pierre. La Semiología. Siglo XXI. México, 1979.
Lozano, Jorge. Peña- Marín, Cristina y Abril, Gonzalo. Análisis del
discurso. Cátedra. Madrid, 1993.
Vilches, Lorenzo. La lectura de la Imagen. Paidós. Barcelona, 1992.
Vilches, Lorenzo. La manipulación de la información televisiva. Paidós.
Barcelona, 1995.
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