El influjo de Georg Wilhelm Friedrich Hegel se despliega sobre su posteridad en un conflictivo desarrollo que, con intermitencias, ofrece apropiaciones, silenciamientos y polémicas. El último gran embate contra las pervivencias de su filosofía se realizó bajo las consignas del estructuralismo (y luego del posestructuralismo) francés, faena en la cual se delimitó una significativa parte de los contornos intelectuales del presente. Refiriéndose al autor de Ciencia de la lógica, el pensador italiano Rodolfo Mondolfo escribió que el influjo de un pensamiento no se constata sólo en la aceptación y la asimilación, sino también en la reacción y el contraste que éste suscita. Este señalamiento nos impide olvidar el modo en que vivimos aún, cuando recordamos la muerte de Hegel, ocurrida hace 175 años, bajo la sombra de su filosofía.
"La filosofía es su tiempo aprehendido en pensamientos", escribe Hegel en el prólogo a su Filosofía del derecho. Pero los alemanes de comienzos del siglo XIX eran los contemporáneos filosóficos de su presente, sin ser sus contemporáneos históricos. Alemania se encontraba entonces muy por detrás del desarrollo político de Francia y del desarrollo económico de Inglaterra. Esta situación de impotencia práctica dispuso las condiciones para la revolución teórica que significó el movimiento del Idealismo Alemán. La filosofía idealista alemana es, por cierto, una filosofía de la acción. Sólo que ésta se ve confinada al espíritu. La actividad de la conciencia, su libertad y autonomía, es su principio.
De Kant a Hegel. En Crítica de la razón pura (1781), Kant establece los cimientos del nuevo idealismo fundando su teoría del ción de la mente con el objeto, sino en las estructuras propias del sujeto. La experiencia que tenemos de los objetos presenta un orden universal y necesario sólo en virtud de la actividad del espíritu humano, el cual percibe las cosas según las formas de la intuición sensible (espacio y tiempo) y las comprende según las formas del entendimiento (categorías de causalidad, unidad, realidad, etc.). Estas formas no pueden ser derivadas de la experiencia, sino que ésta es posible gracias a esas formas "puestas" por el sujeto. Pero esta "revolución copernicana" en la teoría del conocimiento produce un corte que divide al objeto: tal como éste se nos da en la experiencia; y tal como es con independencia del sujeto, como "cosa en sí". Este dualismo entre los objetos en cuanto podemos tener experiencia de ellos (fenómenos) y lo que éstos son en sí (noumenos) será superado en el planteo hegeliano al postular que el sujeto produce no sólo las formas sino también los contenidos.
La filosofía de Hegel, al igual que la de Schelling, es una filosofía de lo Absoluto, es decir, un saber de la identidad del sujeto y el objeto, lo finito y lo infinito, forma y contenido. Pero, a diferencia de Schelling, Hegel no admite que el conocimiento de lo Absoluto pueda darse en la modalidad de una captación inmediata, a través de una intuición intelectual. Por el contrario, Hegel se propone partir del punto de vista de la conciencia y, por tanto, de la diferencia entre sujeto y objeto (al igual que Kant y Fichte), para alcanzar el saber de lo Absoluto. Pero si lo Absoluto permaneciera como un objeto para la conciencia, como un algo determinado frente a ella, la diferencia entre sujeto y objeto persistiría, sin poder llegar a la identidad. Así, es la concepción misma de lo Absoluto la que debe modificarse. Por este motivo, Hegel sostiene que no debe ser pensado como Sustancia, sino como Sujeto. La concepción hegeliana del saber de lo Absoluto será la de un saber que se sabe a sí mismo.
De la Fenomenología a la Gran Lógica. No existe un quiebre entre la "conciencia natural" y la conciencia filosófica en el planteo hegeliano. El saber de la conciencia común es un saber absoluto que aún no se sabe como tal. La Fenomenología del espíritu (1807) es presentada como "ciencia de la experiencia de la conciencia" que describe el camino de formación de la conciencia "vulgar" hasta el saber propio de la filosofía, en la cual se identifican Saber y Absoluto. La ruta de escape de la caverna, para decirlo con elementos de la alegoría platónica. El trayecto de formación del individuo, a su vez, debe recoger el despliegue histórico de la humanidad: el desarrollo histórico y el sistemático son inseparables en este tránsito del conocimiento. Para Hegel, el conocimiento implica una recuperación del despliegue histórico del Espíritu, que se aliena para luego volver sobre sí. A diferencia del planteo kantiano, en esta teorización de la reconciliación del hombre consigo mismo en la historia, nada queda como resto irrecuperable.
La Fenomenología..., terminada en la víspera de la batalla de Jena, fue concebida por Hegel como primera parte de su sistema. Ella cierra el desarrollo intelectual de la primera etapa de su pensamiento y acompaña su estimación histórica del presente europeo. En la carta del 13 de octubre de 1806 dirigida a Niethammer, se lee: "He visto al emperador -esa alma del mundo- salir a caballo de la ciudad para un reconocimiento; es ciertamente una sensación maravillosa la de ver a un individuo tal que, subido a un caballo, concentrado en un punto, abarca el mundo y lo domina...". Napoleón es el alma del mundo porque con sus victorias militares sanciona el advenimiento de la nueva época en todo el continente, barriendo los restos feudales a su paso. En El joven Hegel, Georg Lukács escribe: "El punto de vista de Hegel es que, después de la gran crisis universal que ha sido la Revolución Francesa, ha empezado una nueva edad del mundo con el régimen napoleónico. Y su filosofía debe ser la expresión intelectual de la nueva edad. La valoración específica que Hegel concede ahora a su propio sistema de filosofía consiste, pues, en ponerle la tarea de concebir en conjunto y filosóficamente el comienzo de una nueva era del mundo".
Entre 1812 y 1816 Hegel publica la Ciencia de la lógica. A diferencia del camino subjetivo descripto en la Fenomenología del espíritu, esta obra sigue el desarrollo objetivo que constituye el movimiento dialéctico en el sistema de las categorías del pensamiento puro. Partiendo de la tesis de la identidad entre ser y pensar (que en la Fenomenología... constituía el término del desarrollo), la lógica hegeliana es ciencia del pensamiento y ciencia del ser al mismo tiempo. En la Filosofía del derecho (1920), la última de sus obras mayores, Hegel ya no concibe la filosofía como expresión de tiempos aurorales: "Cuando la filosofía pinta su gris sobre gris, ya una figura de la vida ha envejecido y con el gris sobre gris no se deja rejuvenecer, sino sólo conocer; el búho de Minerva inicia su vuelo a la caída del crepúsculo". Este pasaje, probablemente el más citado de toda la obra hegeliana, anuncia el atardecer del mundo burgués, el fin de la "modernidad clásica". El pensar, representado en el búho de Minerva, concibe lo ya acontecido, una vez que lo real agota el despliegue de sus potencialidades, llegando a identificarse con su concepto. La tesis de la racionalidad de lo real puede presentársenos como ilusión. No obstante la dialéctica, ese esfuerzo del concepto por igualarse con lo que le es heterogéneo prosigue su impulso crítico.
(1) Publicado en Perfil, sección Cultura, el 12 de noviembre de 2006. Buenos Aires.
(2) El alemán se dedicó a concebir un pensamiento totalizador que buscaba abarcar el mundo de las ideas y el propio universo. Así, marcó a fuego la historia de la filosofía y fue fundamental para el desarrollo de la teoría marxista. Padre del razonamiento dialéctico, afirmaba que el trayecto de formación del individuo debe recoger el despliegue histórico de la humanidad. Vigencia de un pensador complejo y completo.
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Saber. La concepción hegeliana de lo
Absoluto es la de un saber que se sabe a sí mismo.
Foto: CEDOC Perfil
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