LOS
SIETE SABERES NECESARIOS PARA LA EDUCACION DEL FUTURO
|
Por
Edgar Morin |
|
|
Traducción de Mercedes Vallejo-Gómez, Profesora
de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín-Colombia. Con
la contribución de Nelson Vallejo-Gómez y Françoise Girard.
Las ideas y opiniones expresadas en esta obra son las del autor
y no reflejan necesariamente los puntos de vista de la UNESCO.
Este texto ha sido puesto a consideración de personalidades universitarias
y de funcionarios internacionales del Este y del Oeste, del Norte
y del Sur. Entre los cuales están: Andras Biro (Hungría, experto
en desarrollo en la ONU), Mauro Ceruti (Italia, Universidad de Milán),
Emilio Roger Ciurana (España, Universidad de Valladolid), Eduardo
Domínguez Gómez (Colombia, Universidad Pontificia Bolivariana),
María de C. de Almeida (Brasil, Universidad Federal del Río Grande
del Norte), Nadir Aziza (Marruecos, Cátedra de estudios euro-mediterráneos),
Edgar de A. Carvalho (Brasil, Universidad Católica de Sao Paulo),
Carlos Garza Falla (México, UNAM), Rigoberto Lanz (Venezuela, Universidad
Central), Carlos Mato Fernández (Uruguay, Universidad de la República),
Raúl D. Motta (Argentina, Instituto Internacional para el Pensamiento
Complejo, Universidad del Salvador), Darío Múnera Vélez (Colombia,
ex-Rector Universidad Pontificia Bolivariana), Sean M. Keliy (Canadá,
Universidad de Ottawa), Alfonso Montuori (USA, Instituto Californiano
de Estudios Integrales), Helena Knyazeva (Rusia, Instituto de Filosofía,
Academia de Ciencias), Chobei Nemoto (Japón, Fundación para el apoyo
de las artes), lonna Kuçuradi (Turquía, Universidad Beytepe, Ankara),
Shengli Ma (China, Instituto de Estudios de Europa del Oeste, Academia
China de Ciencias Sociales), Marius Mukungu-Kakangu (Zaire, Universidad
de Kinshasa), Peter Westbroek (Holanda, Universidad de Leiden).
Nelson Vallejo-Gómez fue el encargado por la UNESCO de retomar e
integrar las propuestas y de formular sus propios aportes. El texto
resultante contó con mi aprobación.
|
CAPÍTULO I
Cuando miramos hacia el futuro, vemos numerosas incertidumbres sobre
lo que será el mundo de nuestros hijos, de nuestros nietos y de los
hijos de nuestros nietos. Pero al menos, de algo podemos estar seguros:
si queremos que la Tierra pueda satisfacer las necesidades de los
seres humanos que la habitan, entonces la sociedad humana deberá transformarse.
Así, el mundo de mañana deberá ser fundamentalmente diferente del
que conocemos hoy, en el crepúsculo del siglo XX y del milenio. Debemos,
por consiguiente, trabajar para construir un "futuro viable". La democracia,
la equidad y la justicia social, la paz y la armonía con nuestro entorno
natural deben ser las palabras claves de este mundo en devenir. Debemos
asegurarnos que la noción de "durabilidad" sea la base de nuestra
manera de vivir, de dirigir nuestras naciones y nuestras comunidades
y de interactuar a escala global.
En esta evolución hacia los cambios fundamentales de nuestros estilos
de vida y nuestros comportamientos, la educación -en su sentido más
amplio- juega un papel preponderante. La educación es "la fuerza del
futuro", porque ella constituye uno de los instrumentos más poderosos
para realizar el cambio. Uno de los desafíos mis difíciles será el
de modificar nuestro pensamiento de manera que enfrente la complejidad
creciente, la rapidez de los cambios y lo imprevisible que caracteriza
nuestro mundo. Debemos reconsiderar la organización del conocimiento.
Para ello debemos derribar las barreras tradicionales entre las disciplinas
y concebir la manera de volver a unir lo que hasta ahora ha estado
separado. Debemos reformular nuestras políticas y programas educativos.
Al realizar estas reformas es necesario mantener la mirada fija hacia
el largo plazo, hacia el mundo de las generaciones futuras frente
a las cuales tenemos una enorme responsabilidad.
La UNESCO se ha a dedicado pensar de nuevo la educación en términos
de durabilidad, especialmente en su función de encargada del "Programa
internacional sobre la educación, la sensibilización del público y
la formación para la viabilidad", lanzado en 1996 por la Comisión
para el desarrollo sostenible de las Naciones Unidas. Este programa
de trabajo enuncia las prioridades aprobadas por los Estados y apela
a estos así como a las organizaciones no gubernamentales, al mundo
de los negocios y de la industria, a la comunidad académica, al sistema
de las Naciones Unidas, y a las instituciones financieras internacionales
para que tomen rápidamente medidas con el fin de poner en práctica
el nuevo concepto de educación para un futuro viable y reformar, por
consiguiente, las políticas y programas educativos nacionales. En
esta empresa, la UNESCO ha sido llamada a ejercer el papel de motor
que movilice la acción internacional.
Es así como la UNESCO solicitó a Edgar Morin que expresara sus ideas
en la esencia misma de la educación del futuro, en el contexto de
su visión del "Pensamiento Complejo". Este texto, es publicado por
la UNESCO como contribución al debate internacional sobre la forma
de reorientar la educación hacia el desarrollo sostenible. Edgar Morin
presenta siete principios clave que él estima necesarios para la educación
del futuro. Mi intención es que estas ideas susciten un debate que
contribuya a ayudar a educadores y dirigentes a aclarar su propio
pensamiento sobre este problema vital.
Mis más especiales agradecimientos van para Edgar Morin por haber
aceptado estimular, junto con la UNESCO, una reflexión que facilite
dicho debate en el marco del proyecto transdisciplinario "Educación
para un futuro sostenible". Expreso igualmente todos mis agradecimientos
a los expertos internacionales que han contribuido a enriquecer este
texto con sus sugerencias y muy especialmente a Nelson Vallejo-Gómez.
El compromiso y la sabiduría de pensadores eminentes como Edgar Morin
son inestimables: ellos ayudan a la UNESCO en su contribución con
los cambios profundos de pensamiento indispensables para la preparación
del futuro.
Prólogo
Este texto antecede cualquier guía o compendio de enseñanza. No es
un tratado sobre el conjunto de materias que deben o deberían enseñarse:
pretende única y esencialmente exponer problemas centrales o fundamentales
que permanecen por completo ignorados u olvidados y que son necesarios
para enseñar en el próximo siglo.
Hay siete saberes "fundamentales" que la educación del futuro debería
tratar en cualquier sociedad y en cualquier cultura sin excepción
alguna, ni rechazo según los usos y las reglas propias de cada sociedad
y de cada cultura.
Además, el saber científico sobre el cual se apoya este texto para
situar la condición humana no sólo es provisional, sino que destapa
profundos misterios concernientes al Universo, a la Vida, al nacimiento
del Ser Humano. Aquí se abre un indecidible en el cual intervienen
las opciones filosóficas y las creencias religiosas a través de culturas
y civilizaciones.
Capítulo I: Las cegueras del conocimiento: el error y la ilusión
* Es muy reciente el hecho de que la educación, que es la que tiende
a comunicar los conocimientos, permanezca ciega ante lo que es el
conocimiento humano, sus disposiciones, sus imperfecciones, sus dificultades,
sus tendencias tanto al error como a la ilusión, y no se preocupe
en absoluto por hacer conocer lo que es conocer.
* En efecto, el conocimiento no se puede considerar como una herramienta
ready made que se puede utilizar sin examinar su naturaleza. El conocimiento
del conocimiento debe aparecer como una necesidad primera que serviría
de preparación para afrontar riesgos permanentes de error y de ilusión
que no cesan de parasitar la mente humana. Se trata de armar cada
mente en el combate vital para la lucidez.
* Es necesario introducir y desarrollar en la educación el estudio
de las características cerebrales, mentales y culturales del conocimiento
humano, de sus procesos y modalidades, de las disposiciones tanto
psíquicas como culturales que permiten arriesgar el error o la ilusión.
Capítulo II: Los principios de un conocimiento pertinente
* Existe un problema capital, aún desconocido: la necesidad de promover
un conocimiento capaz de abordar problemas globales y fundamentales
para inscribir allí conocimientos parciales y locales.
* La supremacía de un conocimiento fragmentado según las disciplinas
impide, a menudo operar el vínculo entre las partes y las totalidades
y, debe dar paso a un modo de conocimiento capaz de aprehender los
objetos en sus contextos, sus complejidades y sus conjuntos.
* Es necesario desarrollar la aptitud natural de la inteligencia humana
para ubicar todas sus informaciones en un contexto y en un conjunto.
Es necesario enseñar los métodos que permiten aprehender las relaciones
mutuas y las influencias recíprocas entre las partes y el todo en
un mundo complejo.
Capítulo III: Enseñar la condición humana
* El ser humano es a la vez físico, biológico, psíquico, cultural,
social e histórico. Es esta unidad compleja de la naturaleza humana
la que está completamente desintegrada en la educación a través de
las disciplinas y que imposibilita aprender lo que significa ser "humano".
Hay que restaurarla de tal manera que cada uno desde donde esté tome
conocimiento y conciencia al mismo tiempo de su identidad compleja
y de su identidad común a todos los demás humanos.
* Así, la condición humana debería ser objeto esencial de cualquier
educación.
* Este capítulo indica como, a partir de las disciplinas actuales,
es posible reconocer la unidad y la complejidad humanas reuniendo
y organizando conocimientos dispersos en las ciencias de la naturaleza,
en las ciencias humanas, la literatura y la filosofía y mostrar la
unión indisoluble entre la unidad y la diversidad de todo lo que es
humano.
Capítulo IV: Enseñar la identidad terrenal
* En lo sucesivo, el destino planetario del género humano será otra
realidad fundamental ignorada por la educación. El conocimiento de
los desarrollos de la era planetaria que van a incrementarse en el
siglo XXI, y el reconocimiento de la identidad terrenal que será cada
vez más indispensable para cada uno y para todos, debe convertirse
en uno de los mayores objetos de la educación.
* Es pertinente enseñar la historia de la era planetaria que comienza
con la comunicación de todos los continentes en el siglo XVI y mostrar
cómo se volvieron intersolidarias todas las partes del mundo sin por
ello ocultar las opresiones y dominaciones que han asolado a la humanidad
y que aún no han desaparecido.
* Habrá que señalar la complejidad de la crisis planetaria que enmarca
el siglo XX mostrando que todos los humanos, confrontados desde ahora
con los mismos problemas de vida y muerte, viven en una misma comunidad
de destino.
Capítulo V: Enfrentar las incertidumbres
* Las ciencias nos han hecho adquirir muchas certezas, pero de la
misma manera nos han revelado, en el siglo XX, innumerables campos
de incertidumbre. La educación debería comprender la enseñanza de
las incertidumbres que han aparecido en las ciencias físicas (microfísica,
termodinámica, cosmología), en las ciencias de la evolución biológica
y en las ciencias históricas.
* Se tendrían que enseñar principios de estrategia que permitan afrontar
los riesgos, lo inesperado, lo incierto, y modificar su desarrollo
en virtud de las informaciones adquiridas en el camino. Es necesario
aprender a navegar en un océano de incertidumbres a través de archipiélagos
de certeza.
* La fórmula del poeta griego Eurípides que data de hace 25 siglos
está ahora más actual que nunca. "Lo esperado no se cumple y para
lo inesperado un dios abre la puerta". El abandono de los conceptos
deterministas de la historia humana que creían poder predecir nuestro
futuro, el examen de los grandes acontecimientos y accidentes de nuestro
siglo que fueron todos inesperados, el carácter en adelante desconocido
de la aventura humana, deben incitarnos a preparar nuestras mentes
para esperar lo inesperado y poder afrontarlo. Es imperativo que todos
aquellos que tienen la carga de la educación estén a la vanguardia
con la incertidumbre de nuestros tiempos.
Capítulo VI: Enseñar la comprensión
* La comprensión es al mismo tiempo medio y fin de la comunicación
humana. Ahora bien, la educación para la comprensión está ausente
de nuestras enseñanzas. El planeta necesita comprensiones mutuas en
todos los sentidos. Teniendo en cuenta la importancia de la educación
para la comprensión en todos los niveles educativos y en todas las
edades, el desarrollo de la comprensión necesita una reforma de las
mentalidades. Tal debe ser la tarea para la educación del futuro.
* La comprensión mutua entre humanos, tanto próximos como extraños
es en adelante vital para que las relaciones humanas salgan de su
estado bárbaro de incomprensión.
* De allí, la necesidad de estudiar la incomprensión desde sus raíces,
sus modalidades y sus efectos. Este estudio sería tanto más importante
cuanto que se centraría, no sólo en los síntomas, sino en las causas
de los racismos, las xenofobias y los desprecios. Constituiría, al
mismo tiempo, una de las bases más seguras para la educación por la
paz, a la cual estamos ligados por esencia y vocación.
Capítulo VII: La ética del género humano
* La educación debe conducir a una "antropo-ética", considerando el
carácter ternario de la condición humana, que es el de individuo <->
sociedad <-> especie. En este sentido, la ética individuo/especie
necesita un control mutuo de la sociedad por el individuo y del individuo
por la sociedad, es decir la democracia; la ética individuo <-> especie
convoca a la ciudadanía terrestre en el siglo XXI.
* La ética no se podría enseñar con lecciones de moral. Ella debe
formarse en las mentes a partir de la conciencia de que el humano
es al mismo tiempo individuo, parte de una sociedad, parte de una
especie. Llevamos en cada uno de nosotros esta triple realidad. De
igual manera, todo desarrollo verdaderamente humano debe comprender
el desarrollo conjunto de las autonomías individuales, de las participaciones
comunitarias y la conciencia de pertenecer a la especie humana.
* De allí, se esbozan las dos grandes finalidades ético-políticas
del nuevo milenio: establecer una relación de control mutuo entre
la sociedad y los individuos por medio de la democracia y concebir
la Humanidad como comunidad planetaria. La educación debe no sólo
contribuir a una toma de conciencia de nuestra Tierra-Patria, sino
también permitir que esta conciencia se traduzca en la voluntad de
realizar la ciudadanía terrenal.
CAPÍTULO I: Las cegueras del conocimiento: el error y la ilusión
Todo conocimiento conlleva el riesgo del error y de la ilusión. La
educación del futuro debe afrontar el problema desde estos dos aspectos:
error e ilusión. El mayor error sería subestimar el problema del error;
la mayor ilusión sería subestimar el problema de la ilusión. El reconocimiento
del error y de la ilusión es tan difícil que el error y la ilusión
no se reconocen en absoluto.
Error e ilusión parasitan la mente humana desde la aparición del homo
sapiens. Cuando consideramos el pasado, incluyendo el reciente, sentimos
que ha sufrido el dominio de innumerables errores e ilusiones. Marx
y Engels enunciaron justamente en La Ideoloqía Alemana que los hombres
siempre han elaborado falsas concepciones de ellos mismos, de lo que
hacen, de lo que deben hacer, del mundo donde viven. Pero ni Marx
ni Engels escaparon a estos errores.
1. El talón de Aquiles del conocimiento
La educación debe mostrar que no hay conocimiento que no esté, en
algún grado, amenazado por el error y por la ilusión. La teoría de
la información muestra que hay un riesgo de error bajo el efecto de
perturbaciones aleatorias o ruidos (noise), en cualquier transmisión
de información, en cualquier comunicación de mensajes.
Un conocimiento no es el espejo de las cosas o del mundo exterior.
Todas las percepciones son a la vez traducciones y reconstrucciones
cerebrales, a partir de estímulos o signos captados y codificados
por los sentidos; de ahí, es bien sabido, los innumerables errores
de percepción que sin embargo nos llegan de nuestro sentido más fiable,
el de la visión. Al error de percepción se agrega el error intelectual.
El conocimiento en forma de palabra, de idea, de teoría, es el fruto
de una traducción/reconstrucción mediada por el lenguaje y el pensamiento
y por ende conoce el riesgo de error. Este conocimiento en tanto que
traducción y reconstrucción implica la interpretación, lo que introduce
el riesgo de error al interior de la subjetividad del que ejercita
el conocimiento, de su visión del mundo, de sus principios de conocimiento.
De ahí provienen los innumerables errores de concepción y de ideas
que sobrevienen a pesar de nuestros controles racionales. La proyección
de nuestros deseos o de nuestros miedos, las perturbaciones mentales
que aportan nuestras emociones multiplican los riesgos de error.
Se podría creer en la posibilidad de eliminar el riesgo de error rechazando
cualquier afectividad. De hecho, el sentimiento, el odio, el amor
y la amistad pueden enceguecernos; pero también hay que decir que
ya en el mundo mamífero, y sobre todo en el mundo humano, el desarrollo
de la inteligencia es inseparable del de la afectividad, es decir
de la curiosidad, de la pasión, que son a su vez, de la competencia
de la investigación filosófica o científica. La afectividad puede
asfixiar el conocimiento pero también puede fortalecerle. Existe una
relación estrecha entre la inteligencia y la afectividad: la facultad
de razonamiento puede ser disminuida y hasta destruida por un déficit
de emoción; el debilitamiento de la capacidad para reaccionar emocionalmente
puede llegar a ser la causa de comportamientos irracionales.
Así pues, no hay un estado superior de la razón que domine la emoción
sino un bucle intellect <-> affect; y de cierta manera la capacidad
de emoción es indispensable para el establecimiento de comportamientos
racionales.
El desarrollo del conocimiento científico es un medio poderoso de
detección de errores y de lucha contra las ilusiones. No obstante,
los paradigmas que controlan la ciencia pueden desarrollar ilusiones
y ninguna teoría científica está inmunizada para siempre contra el
error. Además, el conocimiento científico no puede tratar únicamente
los problemas epistemológicos, filosóficos y éticos.
La educación debe entonces dedicarse a la identificación de los orígenes
de errores, de ilusiones y de cegueras.
1.1 Los errores mentales
Ningún dispositivo cerebral permite distinguir la alucinación de la
percepción, el sueño de la vigilia, lo imaginario de lo real, lo subjetivo
de lo objetivo.
La importancia del fantasma y del imaginario en el ser humano es inimaginable;
dado que las vías de entrada y de salida del sistema neuro-cerebral
que conectan el organismo con el mundo exterior representan sólo el
2% de todo el conjunto, mientras que el 98% implica al funcionamiento
interior, se ha constituido en un mundo psíquico relativamente independiente
donde se fermentan necesidades, sueños, deseos, ideas, imágenes, fantasmas,
y este mundo se infiltra en nuestra visión o concepción del mundo
exterior.
También existe en cada mente una posibilidad de mentira a sí mismo
(self-deception) que es fuente permanente de error y de ilusión. El
egocentrismo, la necesidad de autojustificación, la tendencia a proyectar
sobre el otro la causa del mal hacen que cada uno se mienta a sí mismo
sin detectar esa mentira de la cual, no obstante, es el autor.
Nuestra memoria misma está sujeta a numerosas fuentes de error. Una
memoria no regenerada con la remembranza tiende a degradarse; pero
cada remembranza la puede adornar o desfigurar. Nuestra mente, de
manera inconsciente, tiende a seleccionar los recuerdos que nos convienen
y a rechazar, incluso a borrar, los desfavorables; y cada uno puede
allí adjudicarse un rol adulador. También tiende a deformar los recuerdos
por proyecciones o confusiones inconscientes. Existen a veces, falsos
recuerdos con la persuasión de haberlos vivido y también recuerdos
que rechazamos porque estamos persuadidos de no haberlos vivido jamás.
Así, la memoria, fuente ¡reemplazable de verdad, puede estar sujeta
a los errores y a las ilusiones.
1.2 Los errores intelectuales
Nuestros sistemas de ideas (teorías, doctrinas, ideologías) no sólo
están sujetos al error sino que también protegen los errores e ilusiones
que están inscriptos en ellos. Forma parte de la lógica organizadora
de cualquier sistema de ideas el hecho de resistir a la información
que no conviene o que no se puede integrar. Las teorías resisten a
la agresión de las teorías enemigas o de los argumentos adversos.
Aunque las teorías científicas sean las únicas en aceptar la posibilidad
de ser refutadas, tienden a manifestar esta resistencia. En cuanto
a las doctrinas, que son teorías encerradas en sí mismas y absolutamente
convencidas de su verdad, éstas son invulnerables a cualquier crítica
que denuncie sus errores.
1.3 Los errores de la razón
Lo que permite la distinción entre vigilia y sueño, imaginario y real,
subjetivo y objetivo, es la actividad racional de la mente que apela
al control del entorno (resistencia física del medio al deseo y al
imaginario), al control de la práctica (actividad verificadora), al
control de la cultura (referencia al saber común), al control del
prójimo (¿es que usted ve lo mismo que yo?), al control cerebral (memoria,
operaciones lógicas). Dicho de otra manera, es la racionalidad la
que corrige.
La racionalidad es el mejor pretil contra el error y la ilusión. Por
una parte, está la racionalidad constructiva que elabora teorías coherentes
verificando el carácter lógico de la organización teórica, la compatibilidad
entre las ideas que componen la teoría, el acuerdo entre sus afirmaciones
y los elementos empíricos a los cuales se dedica: esta racionalidad
debe permanecer abierta a la discusión para evitar que se vuelva a
encerrar en una doctrina y se convierta en racionalización; por otra
parte, está la racionalidad crítica que se ejerce particularmente
sobre los errores e ilusiones de las creencias, doctrinas y teorías.
Pero la racionalidad también lleva en su seno una posibilidad de error
y de ilusión cuando se pervierte en racionalización como se acaba
de indicar. La racionalización se cree racional porque constituye
un sistema lógico perfecto basado en la deducción o la inducción;
pero ella se funda sobre bases mutiladas o falsas y, se niega a la
discusión de argumentos y a la verificación empírica. La racionalización
es cerrada, la racionalidad es abierta. La racionalización toma las
mismas fuentes de la racionalidad, pero constituye una de las fuentes
de errores y de ilusiones más poderosas. De esta manera, una doctrina
que obedece a un modelo mecanicista y determinista para considerar
el mundo no es racional sino racionalizadora.
La verdadera racionalidad, abierta por naturaleza, dialoga con una
realidad que se le resiste. Ella opera un ir y venir incesante entre
la instancia lógica y la instancia empírica; es el fruto del debate
argumentado de las ideas y no la propiedad de un sistema de ideas.
Un racionalismo que ignora los seres, la subjetividad, la afectividad
y la vida es irracional. La racionalidad debe reconocer el lado del
afecto, del amor, del arrepentimiento. La verdadera racionalidad conoce
los límites de la lógica, del determinismo, del mecanismo; sabe que
la mente humana no podría ser omnisciente, que la realidad comporta
misterio; ella negocia con lo irracionalizado, lo oscuro, lo irracionalizable;
no sólo es crítica sino autocrítica. Se reconoce la verdadera racionalidad
por la capacidad de reconocer sus insuficiencias.
La racionalidad no es una cualidad con la que están dotadas las mentes
de los científicos y técnicos y de la cual están desprovistos los
demás. Los sabios atomistas, racionales en su área de competencia
y bajo la coacción del laboratorio, pueden ser completamente irracionales
en política o en su vida privada.
Así mismo, la racionalidad no es una cualidad de la cual dispondría
en monopolio la civilización occidental. Durante mucho tiempo, el
Occidente europeo se creyó dueño de la racionalidad, sólo veía errores,
ilusiones y retrasos en las otras culturas y juzgaba cualquier cultura
en la medida de sus resultados tecnológicos. Ahora bien, debemos saber
que en toda sociedad, comprendida la arcaica, hay racionalidad tanto
en la confección de herramientas, estrategia para la caza, conocimiento
de las plantas, de los animales, del terreno como la hay en el mito,
la magia, la religión. En nuestras sociedades occidentales también
hay presencia de mitos, de magia, de religión, incluyendo el mito
de una razón providencial e incluyendo también una religión del progreso.
Comenzamos a ser verdaderamente racionales cuando reconocemos la racionalización
incluida en nuestra racionalidad y cuando reconocemos nuestros propios
mitos, entre los cuales se encuentran, el mito de nuestra razón todopoderosa
y el del progreso garantizado.
Es necesario entonces, reconocer en la educación para el futuro un
principio de incertidumbre racional: si no mantiene su vigilante autocrítica,
la racionalidad se arriesga permanentemente a caer en la ilusión racionalizadora;
es decir que la verdadera racionalidad no es solamente teórica ni
crítica sino también autocrítica.
1.4 Las cegueras paradigmáticas
El juego de la verdad y del error no sólo se juega en la verificación
empírica y la coherencia lógica de las teorías; también se juega a
fondo en la zona invisible de los paradigmas. Esto lo debe tener bien
en cuenta la educación.
Un paradigma puede ser definido por:
¨ La promoción / selección de los conceptos maestros de la inteligibilidad.
Así, el Orden en las concepciones deterministas, la Materia en las
concepciones materialistas, el Espíritu en las concepciones espiritualistas,
la Estructura en las concepciones estructuralistas son los conceptos
maestros seleccionados / seleccionantes que excluyen o subordinan
los conceptos que les son antinómicos (el desorden, el espíritu, la
materia, el acontecimiento). De este modo, el nivel paradigmático
es el del principio de selección de las ideas que están integradas
en el discurso o en la teoría o que son apartadas y rechazadas.
¨ La determinación de las operaciones lógicas maestras. El paradigma
está oculto bajo la lógica y selecciona las operaciones lógicas que
se vuelven a la vez preponderantes, pertinentes y evidentes bajo su
imperio (exclusión-inclusión, disyunción-conjunción, implicación-negación).
Es el paradigma quien otorga el privilegio a ciertas operaciones lógicas
a expensas de otras como la disyunción, en detrimento de la conjunción;
es él quien da validez y universalidad a la lógica que ha elegido.
Por eso mismo, da a los discursos y a las teorías que controla las
características de necesidad y verdad. Por su prescripción y su proscripción,
el paradigma funda el axioma y se expresa en el axioma ("todo fenómeno
natural obedece al determinismo", "todo fenómeno propiamente humano
se define por oposición a la naturaleza"...).
Así pues, el paradigma efectúa la selección y la determinación de
la conceptualización y de las operaciones lógicas. Designa las categorías
fundamentales de la inteligibilidad y efectúa el control de su empleo.
Los individuos conocen, piensan y actúan según los paradigmas inscriptos
culturalmente en ellos.
Tomemos un ejemplo: Hay dos paradigmas opuestos concernientes a la
relación hombre <-> naturaleza. El primero incluye lo humano en la
naturaleza, y cualquier discurso que obedezca a este paradigma hace
del hombre un ser natural y reconoce la "naturaleza humana". El segundo
paradigma prescribe la disyunción entre estos dos términos y determina
lo que hay de específico en el hombre por exclusión a la idea de naturaleza.
Estos dos paradigmas opuestos tienen en común la obediencia de ambos
a un paradigma aún más profundo que es el paradigma de simplificación,
el cual ante cualquier complejidad conceptual, prescribe bien sea
la reducción (aquí de lo humano a lo natural) o la disyunción (aquí
entre lo humano y lo natural). Uno y otro paradigma impiden concebir
la unidualidad (natural <->cultural, cerebral <-> psíquica) de la
realidad humana e impiden igualmente concebir la relación a la vez
de implicación y de separación entre el hombre y la naturaleza. Sólo
un paradigma complejo de implicación / distinción / conjunción permitiría
tal concepción; pero ese aún no está inscripto en la cultura científica.
El paradigma juega un rol al mismo tiempo subterráneo y soberano en
cualquier teoría, doctrina o ideología. El paradigma es inconsciente
pero irriga el pensamiento consciente, lo controla y, en ese sentido,
es también subconsciente.
En resumen, el paradigma instaura las relaciones primordiales que
constituyen los axiomas, determina los conceptos, impone los discursos
y/o las teorías, organiza la organización de los mismos y genera la
generación o la regeneración.
Se debe evocar aquí el "gran paradigma de Occidente" formulado por
Descartes e impuesto por los desarrollos de la historia europea desde
el siglo XVII. El paradigma cartesiano separa al sujeto del objeto
con una esfera propia para cada uno: la filosofía y la investigación
reflexiva por un lado, la ciencia y la investigación objetiva por
el otro. Esta disociación atraviesa el universo de un extremo al otro:
Sujeto / Objeto
Alma / Cuerpo
Espíritu / Materia
Calidad / Cantidad
Finalidad / Causalidad
Sentimiento / Razón
Libertad/Determinismo
Existencia/Esencia
Se trata perfectamente de un paradigma: él determina los Conceptos
soberanos y prescribe la relación lógica: la disyunción. La no-obediencia
a esta disyunción sólo puede ser clandestina, marginada, desviada.
Este paradigma determina una doble visión del mundo, en realidad,
un desdoblamiento del mismo mundo: por un lado, un mundo de objetos
sometidos a observaciones, experimentaciones, manipulaciones; por
el otro, un mundo de sujetos planteándose problemas de existencia,
de comunicación, de conciencia, de destino. Así, un paradigma puede
al mismo tiempo dilucidar y cegar, revelar y ocultar. Es en su seno
donde se encuentra escondido el problema clave del juego de la verdad
y del error.
2. El imprinting y la normalización
Al determinismo de los paradigmas y modelos explicativos se asocia
el determinismo de las convicciones y creencias que, cuando reinan
en una sociedad, imponen a todos y a cada uno la fuerza imperativa
de lo sagrado, la fuerza normalizadora del dogma, la fuerza prohibitiva
del tabú. Las doctrinas e ideologías dominantes disponen igualmente
de la fuerza imperativa que anuncia la evidencia a los convencidos
y la fuerza coercitiva que suscita el miedo inhibidor en los otros.
El poder imperativo y prohibitivo de los paradigmas, creencias oficiales,
doctrinas reinantes, verdades establecidas, determina los estereotipos
cognitivos, ideas recibidas sin examen, creencias estúpidas no discutidas,
absurdos triunfantes, rechazos de evidencias en nombre de la evidencia
y hace reinar bajo los cielos, conformismos cognitivos e intelectuales.
Todas las determinaciones sociales-económicas-políticas (poder, jerarquía,
división de clases, especialización y en nuestros tiempos modernos,
tecno-burocratización del trabajo) y, todas las determinaciones culturales
convergen y se sinergisan, para encarcelar al conocimiento en un multi-determinismo
de imperativos, normas, prohibiciones, rigideces y bloqueos.
Bajo el conformismo cognitivo hay mucho más que conformismo. Hay un
imprinting cultural, huella matricial que inscribe a fondo el conformismo
y, hay una normalización que elimina lo que ha de discutirse. El imprinting
es un término que Konrad Lorentz propuso para dar cuenta de la marca
sin retorno que imponen las primeras experiencias del joven animal
(como el pajarillo que saliendo del huevo toma al primer ser viviente
a su alcance como madre; es lo que ya nos había contado Andersen a
su manera en la historia de El Patito Feo). El imprinting cultural
marca los humanos desde su nacimiento, primero con el sello de la
cultura familiar, luego con el del escolar, y después con la universidad
o en el desempeño profesional.
Así, la selección sociológica y cultural de las ideas raramente obedece
a su verdad, o por el contrario, puede ser implacable con la búsqueda
de la verdad.
3. La noología: posesión
Marx decía justamente: "los productos del cerebro humano tienen el
aspecto de seres independientes dotados con cuerpos particulares en
comunicación con los humanos y entre ellos".
Es más, las creencias y las ideas no sólo son productos de la mente,
también son seres mentales que tienen vida y poder. De esta manera,
ellas pueden poseernos.
Debemos ser bien conscientes que desde el comienzo de la humanidad
nació la noósfera -esfera de las cosas del espíritu- con el despliegue
de los mitos, de los dioses; la formidable sublevación de estos seres
espirituales impulsó y arrastró al homo sapiens hacia delirios, masacres,
crueldades, adoraciones, éxtasis, sublimidades desconocidas en el
mundo animal. Desde entonces, vivimos en medio de una selva de mitos
que enriquecen las culturas.
Procedente por completo de nuestras almas y de nuestras mentes, la
noósfera está en nosotros y nosotros estamos en la noósfera. Los mitos
han tomado forma, consistencia, realidad a partir de fantasmas formados
por nuestros sueños y nuestras imaginaciones. Las ideas han tomado
forma, consistencia, realidad a partir de los símbolos y de los pensamientos
de nuestras inteligencias. Mitos e Ideas han vuelto a nosotros, nos
han invadido, nos han dado emoción, amor, odio, éxtasis, furor. Los
humanos poseídos son capaces de morir o de matar por un dios, por
una idea. Todavía al comienzo del tercer milenio, como los daimons
de los Griegos y a veces como los demonios del Evangelio, nuestros
demonios "de ideas" nos arrastran, sumergen nuestra conciencia, nos
hacen inconscientes dándonos la ilusión de ser hiper conscientes.
Las sociedades domestican a los individuos por los mitos y las ideas,
las cuales a su vez domestican las sociedades y los individuos, pero
los individuos podrían recíprocamente domesticar sus ideas al mismo
tiempo que podrían controlar la sociedad que los controla. En el juego
tan complejo (complementario-antagonista-incierto) de esclavitud-explotación-parasitismos
mutuos entre las tres instancias (individuo <-> sociedad <-> noósfera)
tal vez haya lugar para una búsqueda simbiótica. No se trata de ninguna
manera de tener como ideal la reducción de las ideas a meros instrumentos
y a hacer de ellos cosas. Las ideas existen por y para el hombre,
pero el hombre existe también por y para las ideas; nos podemos servir
de ellas sólo si sabemos también servirles. ¿No sería necesario tomar
conciencia de nuestras enajenaciones para poder dialogar con nuestras
ideas, controlarlas tanto como ellas nos controlan y aplicarles pruebas
de verdad y de error?
Una idea o una teoría no debería ser pura y simplemente instrumentalizada,
ni imponer sus veredictos de manera autoritaria; ella debería relativizarse
y domesticarse. Una teoría debe ayudar y orientar las estrategias
cognitivas conducidas por los sujetos humanos.
Nos es muy difícil distinguir el momento de separación y de oposición
entre aquello que ha salido de la misma fuente: la Idealidad, modo
de existencia necesaria de la Idea para traducir lo real, y el Idealismo,
toma de posesión de lo real por la idea; la racionalidad, dispositivo
de diálogo entre la idea y lo real; y la racionalización que impide
este mismo diálogo. Igualmente, existe una gran dificultad para reconocer
el mito oculto bajo la etiqueta de ciencia o razón.
Una vez más, vemos que el principal obstáculo intelectual para el
conocimiento se encuentra en nuestro medio intelectual de conocimiento.
Lenin dijo que los hechos eran inflexibles. El no había visto que
la idea fija y la idea-fuerza, o sea las suyas, eran aún más inflexibles.
El mito y la ideología destruyen y devoran los hechos.
Sin embargo, son las ideas las que nos permiten concebir las carencias
y los peligros de la idea. De allí, la paradoja ineludible: debemos
llevar una lucha crucial contra las ideas, pero no podemos hacerlo
más que con la ayuda de las ideas. No debemos nunca dejar de mantener
el papel mediador de nuestras ideas y debemos impedirles su identificación
con lo real. Sólo debemos reconocer, como dignas de fe, las ideas
que conllevan la idea de que lo real resiste a la idea. Esta es la
tarea indispensable en la lucha contra la ilusión.
4. Lo inesperado...
Lo inesperado nos sorprende porque nos hemos instalado con gran seguridad
en nuestras teorías, en nuestras ideas y, éstas no tienen ninguna
estructura para acoger lo nuevo. Lo nuevo brota sin cesar; nunca podemos
predecir cómo se presentará, pero debemos contar con su llegada, es
decir contar con lo inesperado (cf. Capítulo V: Enfrentar las incertidumbres).
Y una vez que sobrevenga lo inesperado, habrá que ser capaz de revisar
nuestras teorías e ideas en vez de dejar entrar por la fuerza el hecho
nuevo en la teoría, la cual es incapaz de acogerlo verdaderamente.
5. La incertidumbre del conocimiento
¡Cuántas fuentes, causas de error y de ilusión múltiples y renovadas
sin cesar en todos los conocimientos!
Por eso la necesidad para cualquier educación de despejar los grandes
interrogantes sobre nuestra posibilidad de conocer. Practicar estas
interrogaciones se constituye en oxígeno para cualquier empresa de
conocimiento. Así como el oxígeno destruía los seres vivos primitivos
hasta que la vida utilizó este corruptor como desintoxicante, igual
la incertidumbre que destruye el conocimiento simplista, es el desintoxicante
del conocimiento complejo. De todas formas, el conocimiento queda
como una aventura para la cual la educación debe proveer los viáticos
indispensables.
El conocimiento del conocimiento que conlleva la integración del cognocente
en su conocimiento debe aparecer ante le educación como un principio
y una necesidad permanente. Debemos comprender que hay condiciones
bio-antropológicas (las aptitudes del cerebro <-> mente humano), condiciones
socio-culturales (la cultura abierta que permite los diálogos e intercambios
de ideas) y condiciones noológicas (las teorías abiertas) que permiten
"verdaderos" interrogantes, esto es, interrogantes fundamentales sobre
el mundo, sobre el hombre y sobre el conocimiento mismo.
Debemos comprender que, en la búsqueda de la verdad, las actividades
auto-observadoras deben ser inseparables de las actividades observadoras,
las autocríticas inseparables de las críticas, los procesos reflexivos
inseparables de los procesos de objetivación.
Debemos aprender que la búsqueda de la verdad necesita la búsqueda
y elaboración de meta-puntos de vista que permitan la reflexibidad,
que conlleven especialmente la integración del observador-conceptualizador
en la observación-concepción y la ecologización de la observación-concepción
en el contexto mental y cultural que es el suyo.
También podemos aprovechar el enajenamiento que nos hacen experimentar
las ideas para dejarnos poseer justamente por las ideas de crítica,
de autocrítica, de apertura, de complejidad. Las ideas que argumento
aquí no sólo las poseo, me poseen.
En general, debemos intentar jugar con la doble enajenación, la de
las ideas por nuestra mente, la de nuestra mente por las ideas, para
lograr formas donde la esclavitud mutua mejoraría la convivencia.
He aquí un problema clave: instaurar la convivencia con nuestras ideas
así como con nuestros mitos.
La mente humana debe desconfiar de sus productos "de ideas" los cuales
son al mismo tiempo vitalmente necesarios. Necesitamos un control
permanente para evitar idealismo y racionalización. Necesitamos negociaciones
y controles mutuos entre nuestras mentes y nuestras ideas. Necesitamos
intercambios y comunicaciones entre las diferentes regiones de nuestra
mente. Hay que tomar conciencia del eso y del se que hablan a través
del yo, y hay que estar alertas permanentemente para tratar de detectar
la mentira a sí mismo.
Necesitamos civilizar nuestras teorías, o sea una nueva generación
de teorías abiertas, racionales, críticas, reflexivas, autocríticas,
aptas para auto-reformarnos.
Necesitamos encontrar los meta-puntos de vista sobre la noósfera,
lo cual no puede suceder más que con la ayuda de ideas complejas,
en cooperación con nuestras mismas mentes buscando los meta-puntos
de vista para auto-observarnos y concebirnos.
Necesitamos que se cristalice y se radique un paradigma que permita
el conocimiento complejo.
Las posibilidades de error y de ilusión son múltiples y permanentes:
las que vienen del exterior cultural y social inhiben la autonomía
del pensamiento y prohíben la búsqueda de verdad; aquellas que vienen
del interior, encerradas a veces en el seno de nuestros mejores medios
de conocimiento, hacen que los pensamientos se equivoquen entre ellos
y sobre sí mismos.
¡Cuántos sufrimientos y desorientaciones se han causado por los errores
y las ilusiones a lo largo de la historia humana y de manera aterradora
en el siglo XX! Igualmente, el problema cognitivo tiene importancia
antropológica, política, social e histórica. Si pudiera haber un progreso
básico en el siglo XXI sería que, ni los hombres ni las mujeres siguieran
siendo juguetes inconscientes de sus ideas y de sus propias mentiras.
Es un deber importante de la educación armar a cada uno en el combate
vital para la lucidez.
|
|
|
|
|